Se va el mundial. Ese mes donde todos los otros acontecimientos que hacen a la vida de nuestra especie quedan en un cuarto o quinto lugar mientras nuestros cinco sentidos sólo saben de lo que gira detrás de la pelota. Desde el lunes habrá que volver a la cotidianeidade, dejar de hablar de los avatares de un Irán-Nigeria, y hacer de tripas corazón para seguir el campeonato uruguayo que, si nada cambia, seguirá teniendo 16 clubes para dejar a los de Palma en la B.
De esta copa que termina mañana ya nos fuimos nosotros, con la frente en alto luego de nuestras anti-imperialistas victorias ante ingleses e italianos, e indignados por la mafia y la rosca que rodea al fútbol (la internacional, porque con la nuestra nos hacemos los giles). Se fue también Brasil, humillado a un nivel que rozó el intocable Maracanazo, se fueron los cebollitas de Holanda, y antes Francia, Keylor Navas y sus ticos, el buen juego aún infecundo de los cafeteros, y el resto de los 32 equipos que no estarán mañana a las 16, cuando alemanes y argentinos jueguen el bueno, el desempate definitivo luego de las finales del 86 y el 90, que esta vez no tendrán al Diego, que mirará el partido desde algún bolichón de Río porque Blatter no lo deja entrar a los estadios y Grondona dice que es mufa.
Por eso, y para ayudar a hacer el duelo que supone esperar otros cuatro años antes del próximo mundial, mañana vuelve Arquero Peligro que cerrará su segundo mundial como equipo periodístico (aún estamos lejos de los 50 mundiales del Toto) relatando la final del mundo desde las 15:30 hs.
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Arquero Peligro: mucho más que fútbol (y menos también)